lunes, 7 de abril de 2008

El misterio de Gizeh

EL MISTERIO DE GIZEH









Las tres estrellas del cinturón de Orión guardan las mismas proporciones en cuanto a tamaño/brillo, y alineación, que las tres pirámides.

Hoy en día, aplicando métodos informáticos puede reproducirse la situación de los diferentes astros en la esfera celeste en el período que abarca los últimos 30.000 años, posibilitando recrear las circunstancias celestes por las que pasó la planicie de Gizeh en las distintas épocas de la Historia. Si los utilizamos obtendremos, como podremos comprobar, sorprendentes resultados.

EL TIEMPO PRIMERO

Toda la cronología antigua se basa en la "Historia de Egipto" de Manetón. Este historiador la habría obtenido de documentos muy antiguos a los que tuvo acceso como iniciado.

Dichos documentos hablan de tres épocas diferentes, una primera en la que reinaban los dioses y que terminó con el reinado de Horus, hijo de Osiris y de Isis, una segunda época o de los seguidores de Horus, supuestamente semidioses, que culminó con el faraón Menes (Narmer) 3.000 años a.C. y, por último, la tercera era que corresponde a las dinastías faraónicas datadas según la arqueología ortodoxa.

Lo primero que nos sorprende es que los diferentes aspectos del conocimiento egipcio; su ciencia, técnica y sistema de escritura no son el resultado de un desarrollo y surgen repentinamente en las primeras dinastías. Sus logros no son superados ni siquiera igualados posteriormente.

La civilización egipcia, mas que el producto de una evolución, parece ser el producto de un legado.

Manetón habla de un período de 36.525 años en los que reinaron los dioses, los semidioses

y a los que sucedieron las dinastías de los faraones mortales.

EL COMPLEJO

El complejo de Gizeh, lo forman las pirámides principales, las pirámides satélite, las fosas en forma de barco, los templos anexos, las calzadas y la Esfinge (Figura 1). Cada obra arquitectónica tiene su peculiaridad. Las calzadas están construidas, al igual que la Esfinge y los templos anexos, con enormes bloques de piedra caliza. En el resto de las construcciones se incorpora granito rosa transportado desde las lejanas canteras de Assuán.

La arqueoastronomía es la ciencia que relaciona la evolución de los astros en la esfera celeste con los acontecimientos históricos, sirviendo de instrumento para su datación. Veremos, mas adelante, cuales son los resultados de aplicar dicho método a los monumentos de la planicie de Gizeh.

Desde la mencionada meseta se dominaba una vista de 360º que invitaba a la observación de la salida y la puesta del Sol, así como la evolución de los astros del firmamento nocturno.

LAS PIRÁMIDES



Las grandes pirámides son tres y se les denomina, de mayor a menor, Khufu, Kafre y Menkaure (En griego; Keops, Kefrén y Mikerinos) nombres de los faraones a quienes se les atribuye su construcción. Hacia ellas van las calzadas y junto a ellas están enterrados, en las denominadas fosas, los"barcos solares". Estos barcos eran utilizados, según la tradición egipcia, por los difuntos para su navegación por la otra vida. En 1.954 se descubrió una de estas embarcaciones de madera de cedro de cuarenta y tres metros y medio de eslora, sepultada en una de estas fosas. La barca tenía visibles señales de desgaste en su quilla y en otras de sus partes que evidenciaba que había sido utilizada (?).

Las dos grandes pirámides estaban revestidas de grandes bloques de piedra caliza, de los que aún quedan algunos restos .En el caso de la Gran Pirámide tenían un espesor de dos metros y medio y un peso de dieciséis toneladas cada uno. En ellos se observa que el ancho de las juntas de unión es de 0.5 milímetros. Esto solo es realizable si la desviación media en el corte del bloque es de 0,25 milímetros en una longitud de casi 2 metros, es decir, lo que actualmente solo se consigue en óptica con las mas modernas herramientas. Además, dichos bloques estaban unidos entre si mediante un tipo de mastico desconocido, ya que, dada la escasa separación entre ellos, no se conseguiría realizar con cementos o pastas de tipo convencional.

Se ha dicho que para la construcción de las pirámides se utilizaron terraplenes. La masa de una de estas rampas, por la longitud que habría de tener para la elevación de la Gran Pirámide, sería el triple de la utilizada para la construcción total de la obra. Lo mas sorprendente es que la zona únicamente está rodeada por arena. "No queda rastro de los terraplenes ni del labrado de las piedras y todo tiene aspecto de creación repentina hecha por un dios y colocada en el medio de la arena" (Diodoro Siculo, Libro I, siglo I a.C.).

La Gran Pirámide esta situada, exactamente, a 1 km del paralelo 30 o lo que es lo mismo a la tercera parte de la distancia entre el Ecuador y el Polo Norte, en la latitud 29º 58' 51". Lo extraordinario es que si un observador situado al pie de la Pirámide deseara visualizar el zenit de la esfera celeste que corresponde a los 30º de latitud norte, habría de ubicarse en los 29º 58' 22" de dicha latitud para corregir el efecto óptico producido por la refracción de la atmósfera. Es decir, la Gran Pirámide no fue construida exactamente en los 30º para corregir el señalado fenómeno de refracción. Incluso es posible que los 29" segundos de diferencia con respecto a la latitud ideal, se deban al desplazamiento continental habido desde la época de su construcción.

Su eje Norte-Sur fue ubicado con una precisión de tres sexagésimas de grado con respecto al meridiano ideal. Dicha precisión, en tal remota época, contrasta con la conseguida en la ubicación del edificio Meridian del observatorio de Greenwich que tiene una desviación de nueve sexagésimas de grado con respecto al citado meridiano ideal.

Otra de las enigmáticas coincidencias es la simetría de las tres grandes pirámides con las tres estrellas del cinturón de Orión, las dos mayores en una diagonal de 45º con respecto al eje Norte-Sur y la tercera desviada ligeramente hacia el este del eje formado por las otras dos y todas ellas al margen occidental del Nilo, al igual que las estrellas citadas lo están al margen occidental de la denominada "Agua Sinuosa" (Vía Láctea), así denominada en los textos funerarios de los egipcios. Todo hace pensar que se quiso representar en el suelo de Gizeh el cinturón de Orión, en una determinada hora de una determinada época..

Hay que retroceder a la Era de Leo (10.250 años a.C.) para que lo representado en el suelo de la planicie de Gizeh sea el fiel reflejo de lo que se observa en el cielo nocturno. Además, en el momento de la salida del Sol, en dicha época, la estrella mas grande del cinturón de la constelación de Orión, pasa exactamente por el meridiano en el que se inscribe la Gran Pirámide. (Figura 2).

La cuestión es saber como 8.000 años después de la Era de Leo, se pudieron situar las tres grandes pirámides con la exactitud necesaria para que representasen las mencionadas estrellas del cinturón de Orión tal como se veían en el 10.500 a.C..

Se dice que en el Tiempo Primero o Temprana Edad Primitiva, las palabras de los sabios eran copiadas por Thot, dios de la sabiduría, en el libro en el que se definía la ubicación de ciertos montículos sagrados.

Los sabios eran los únicos que conocían los lugares en donde se habrían de levantar las pirámides y los templos sagrados. Habían sobrevivido al Diluvio Universal (Tiempo Primero) y eran los encargados de transmitir la sabiduría del mundo antediluviano a las generaciones venideras.




A este respecto, es interesante reseñar que en el anverso de la denominada "Paleta del Rey Narmer", hallada en Hieracómpolis, y que corresponde al período de Unificación del Alto y Bajo Egipto (3000 años a.C.), se representa al Rey Narmer (Menes) ostentando la corona blanca del Alto Egipto.

En el reverso de dicha tablilla, se observan dos figuras de animales con largos cuellos entrelazados. Se dice que dichas figuras representan a sendos serpopardos, bestias míticas de la civilización babilónica. Sin embargo, en ninguna otra representación egipcia se aprecian animales míticos, excepto las figuras antropomórficas de sus dioses (cabezas de animales en cuerpos de humanos). Deducimos, por tanto que lo allí representado eran animales reales. Llegados a este punto nos sorprende el enorme parecido con dos saurios de gruesas patas y larga cola a semejanza de los grandes brontosaurios. Se están representando animales extintos millones de años atrás.

Dichos sabios eran siete y, curiosamente, son citados en otras culturas como la babilónica o la indú.

Es posible que el plano de planta de las tres pirámides se trazase en el año 10.500 años a.C. y que se construyesen en el 2.500 a.C., como reconoce la egiptología oficial, de tal forma que así se completase un mensaje.

La base de Keops está orientada a los cuatro puntos cardinales con una precisión de desviación de, tan solo, tres minutos de arco (un 5% de grado).



Nadie ha podido explicar el por qué de exigirse tanta exactitud a la hora de ubicar unos monumentos que, hasta ahora, se dice que tienen una mera utilidad funeraria. Por otro lado el terreno para su construcción no fue allanado, realizándose la obra sobre un montículo existente en la zona al que se superpuso la construcción. El profesor I.E.S. Edwards, asocia el "Gran Montículo Primitivo" con el que, según la tradición, empezó el tiempo, con la protuberancia sobre la que se construyó la Gran Pirámide.

La relación entre la altura real (146,729 metros) y el perímetro de su base (921,45 metros), de la Gran Pirámide, es exactamente 2 veces el número pi (3,1416), constante descubierta, años después, por la civilización griega.

Asombrosa es, también, la relación de 1:43.200 entre las dimensiones de la pirámide y las del planeta Tierra, así, la altura del monumento multiplicada por 43.200 da 6.338,692 kilómetros que es el radio polar de la Tierra con un error de 15 km. (Su valor real es de 6.354 km).

Con respecto a las tres pirámides satélite, que la arqueología tradicional define como tumbas de las tres esposas del faraón Mikerinos (Menkaure), surge otra extraña coincidencia astronómica. Hacia el año 10.500 a.C., en el horizonte de Gizeh, la estrella Al Nitak del cinturón de Orión, se sitúa en un ángulo de 27º y se alinea en él, con las otras dos, formando un eje Este-Oeste a semejanza de las referidas tres pirámides satélite (Figura 3).

LOS CANALES



No nos pararemos a describir las cámaras del Rey y de la Reina, conocidos suficientemente, pero si a analizar la posible utilidad de los cuatro estrechos canales (23x22 cm) que parten, hacia direcciones muy concretas, desde las caras Norte y Sur de ambos recintos.

Dichos canales se construyeron paso a paso con la colocación de los bloques y no fueron taladrados posteriormente lo que conlleva el uso de técnicas sofisticadas de labrado de los bloque y de su colocación. Si su función era únicamente la de ventilar las cámaras nadie es capaz de explicar el por qué se realizaron con una determinada inclinación.

Los cuatro canales que parten de las cámaras del Rey y de la Reina están en el plano del meridiano Norte-Sur que pasa por el centro de la Gran Pirámide y con los ángulos de inclinación necesarios para que, a semejanza de pétreos y exactos teodolitos apuntasen, en el año 2.500 años a.C., a determinadas estrellas en el momento de su tránsito por el citado meridiano. Así el canal norte de la cámara de la Reina, con un ángulo de 30º, lo haría a la estrella Kochab (Beta de la Osa Menor) que se asociaba a la regeneración cósmica y a la inmortalidad del alma, el canal Sur de la citada cámara, con una inclinación de 39º 30', a la estrella Sirio (Alfa de Can Mayor) que se asociaba con la diosa Isis, madre cósmica de los reyes de Egipto.

Asimismo, el canal norte de la cámara del Rey, con un ángulo de 32º 28', lo hacía a la estrella Thuban (Alfa de Dragón) que era la Estrella Polar de la época y que los egipcios asociaban a la fecundidad y gestación cósmicas. Por último, el canal sur que tiene una inclinación de 45º 14', apuntaba a Al Nitak (Zeta de Orión), que es la mas baja y brillante del cinturón de Orión, y que identificaban con Osiris el dios de la resurrección y el renacimiento, que había fundado la civilización del valle del Nilo en la época del "Tiempo Primero" (10.500 años a.C.) (Figura 4).

Todo lo anterior es demostrable utilizando, una vez mas, la simulación del cielo en el año 2.500 años a.C. mediante el adecuado programa de ordenador lo que descarta, por tanto, la casualidad.

LA ESFINGE

Los egiptólogos oficiales datan la construcción de la Esfinge en el 2.500 años a.C., sin embargo y dado que es un monumento que señala el equinoccio, cabría esperar que su figura representase a un toro ya que, en aquella época, era la constelación Tauro la que precedía a la salida del Sol, siendo el momento equinoccial el de la Era Tauro.

En el momento estelar del año 10.500 a.C., ese papel le correspondía a la constelación Leo (Era Leo), por eso la figura que debería de representarla debería ser la de un león (Figura 5).

Asimismo, sorprende que, en el momento de la salida del Sol en el equinoccio vernal en el año 10.500 a.C., justamente por el Este y en perfecta alineación con la Esfinge, las tres estrellas del cinturón de la constelación de Orión, culminen en el meridiano que pasa por la Gran Pirámide, en una combinación perfecta cielo-tierra (Figura 6).

No hay manera de saber cuando se construyó la Esfinge (Asociación Norteamericana para el Fomento de la Ciencia). En la actualidad no hay métodos para datar lo monumentos tallados en roca, sin embargo, escritos del francés R.A. Schwaller de Lubicz, conocido por sus estudios sobre el templo de Luxor, investigados por John Anthony West, científico norteamericano, indican que el cuerpo de la Esfinge de Gizeh, pero no la cabeza, muestra signos de erosión por agua como la que se producirían en las condiciones climáticas que se presentaban en la zona hace mas de 12.000 años (última glaciación), lo que no concuerda con la opinión de los egiptólogos que datan su construcción en el 2.500 a.C..

Estos signos de erosión no se observan en el resto de los monumentos de la zona por lo que no pueden datarse todas las construcciones en el año 2.500 a.C..


La Organización Egipcia de Antigüedades, otorgó permiso a Robert Schoch, de la Universidad de Boston, geólogo, estratígrafo y paleontólogo, y a su equipo científico, que incluía al geofísico Thomas L. Dobecki, de McBride-Ratcliff & Associates, un arquitecto, dos geólogos y un oceanógrafo, para filmar un documental que en 1.993 se emitió en la NBC y que confirmaba que el monumento había sido alterado por agua de lluvia. Además, las pruebas sismográficas realizadas alrededor de la Esfinge captaron numerosas indicaciones de la posible existencia de una cavidad de forma regular, de unos nueve por doce metros a cinco metros de profundidad y situada debajo de la estatua. Esta teoría cuenta, actualmente, con el refrendo de prestigiosos paleoclimatólogos. La reacción de los egiptólogos oficiales fue adversa pues en los años 7.000 al 5.000 años a.C. se supone que la región habría de estar poblada por cazadores neolíticos que no disponían de la tecnología necesaria para desarrollar el monumento y los templos contiguos construidos con bloques de caliza de 200 toneladas de peso cada uno. Ello implica que la civilización que consiguió tales logros desapareció mucho antes de esa época y sus vestigios puede que se encuentren a una profundidad mayor de la que se ha explorado hasta ahora.

Debido, posiblemente, a la transcendentales consecuencias que se derivarían para la egiptología oficial, desde 1.993 el gobierno egipcio no ha permitido realizar investigaciones geológicas ni sísmicas cerca de la Esfinge.

Evidentemente, todavía no se ha podido demostrar que este monumento data del año 10.500 a.C. pero tampoco la egiptología ortodoxa ha demostrado que su construcción se realizase hace 4.500 años.

Conclusión: el enigma de la Esfinge está, todavía, sin resolver.

El rasgo común de los templos del entorno de la esfinge es que se construyeron con bloques de caliza de alrededor de 200 toneladas de peso cada uno. En todo el entorno no hay bloques que pesen menos de 50 toneladas. Actualmente es muy difícil manipular bloques de semejante tamaño por lo que resulta lógico preguntarse como lo conseguían hace miles de años. ¿Por qué se utilizaron enormes bloques, tan difíciles de manejar cuando lo lógico sería elaborarlos de menor tamaño, cuya manipulación y transporte no hubiese originado tantas dificultades?.

¿Es, todo ello, el vestigio de un pueblo poseedor de una refinada tecnología capaz de realizar obras arquitectónicas monumentales en una época en la que se supone que no existía mas que una primitiva y poco desarrollada civilización?.

CONCLUSIONES

Es posible que lo que se encuentre o descifre en Gizeh conteste, algún día, a preguntas tan fundamentales como quien somos, de donde venimos y adonde vamos.

Si como resultado del proyecto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) se recibiese un mensaje, no entenderíamos su contenido. Por su estructura sabríamos que algo nos está llegando y acabaríamos por descifrarlo, ya que quienes lo enviasen lo habrían elaborado para que se entendiese.

¿ Nos encontramos, en Gizeh, ante un mensaje escrito en tiempos inmemoriales con el lenguaje universal de las matemáticas y la astronomía ?.

¿Se está intentando, de esa forma, salvar los abismos culturales que se producen con el transcurso de miles de años ?.

Es muy probable que el propósito de los antiguos constructores fuese, usando el lenguaje universal de las estrellas, iniciar a los que vendrían después y utilizar los monumentos de esta parte del mundo para transmitir un mensaje a través de los tiempos.

La solución está en que las autoridades egipcias permitan utilizar los medios que hoy pone la ciencia al alcance de la arqueología para sacar a la luz nuevos datos que, aunque sean contrarios a los que determina la egiptología ortodoxa, ayuden a descifrar un mensaje que puede ser transcendental para el futuro de la humanidad.

BIBLIOGRAFÍA

Guardián del Génesis
Autores: Robert Bauval y Graham Hancock
Editorial: Planeta/Seix Barral, 1.997

Enigmas técnicos del Egipto faraónico
Autor: Pedro García Micieces
Revista: Técnica Industrial, 1.978

De las mentiras de la egiptología a las verdades de la Gran Pirámide
Autor: Luis García Gallo

Editorial: Distribuciones Mateos, 1.978



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